2/5/11

Moñarquía

Estos de la monarquía han quedado para lo mismo que algunos de los del cine, para pasear vestiditos de las modistillas de uno y otro y otro sexo.
Ataviados con los más horteras arripampos del más diverso pelaje se exhiben ante las cámaras como boniatos disecados envueltos en tul, cubriéndose la cabeza con lo que va cayendo de los balcones de los diseñadores sobre un pasillo de vocingleros sonrientes armados con banderitas que están a la que cae, a ver si a alguien se le suelta la faja, o tropieza y se desloma desde lo alto de los tacones de los zapatos, y así demuestra al pueblo enbelesado que ellos también son humanos, que en el fondo todos somos iguales.
La profesión de famoso es dura, y en su versión más arrastrada dura lo que dura dura. Ser muñeco de feria no es fácil y tienes que estar atento a hacerte rico rápido, porque si no eres tonto sabrás que tu destino es el olvido. En cuanto tu estrella no ilumine las cámaras y se apaguen los micros, estás listo. Ya nadie se va a identificar con el fracaso de tu pasado porque habrá otros iconos y otras modas y otros modos.
Es increible el esfuerzo y sinsabores que es capaz de soportar el ser humano con tal de no trabajar. Total que los monarcas se buscan la vida como famosos porque la democracia está muy achuchada y sin nada que hacer en el Estado habrá que hacer algo mientrás tanto, al menos parecer que se hace, con lo que potreas a la familia, a la suegra, a los chiquillos... entregados a las fauces de estilistas, jefes de protocolo, asesores de imagen y demás jauría del look, con lo que acabas siendo un pelele, un moña, un rey de una moñarquía con la que los súbditos ríen mientras sea divertida, soft, blanda, y salgas bien en las fotos y no saques un pie de la tumba de oro que te han preparado para regocijo del pueblo soberano.(*)
(*) Marca de coñac que patrocina los eventos.

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